Un triste hombre es un crimen, es un delito moral; ¿Qué peor que un triste hombre en tu vida? Supongo que nada.
Él tiene la capacidad de volver del nacimiento de tu hijo, el peor día de tu vida, o bien, que tu casamiento sea un desastre, y porque no, que te encuentren un machete en una prueba o que sientas la oscura y macabra necesidad de tener tres balas cargadas en la calibre 32.
El triste hombre tiene un gran Don, él sabe cuando es el momento menos indicado para romperte las bolas, y, por supuesto, no se priva de hacerlo.
La gente cree que compite con otros tristes hombres: El que le caga la vida a mas gente, gana, y se lleva la satisfacción de ser el hombre mas pelotudo de la vida de todas las personas que se dignó a joder. Una vez un amigo me dijo que no tenía que amargarme por gente como ésa, sí, razón tenía; Pero el punto débil, el punto débil es frágil, es una parte de nosotros que se quiebra facilmente aunque la persona que te lo diga esté en nuestra misma situación, o peor... y el triste hombre, es el primero en aprender a quebrantar ese punto débil.
Después otro amigo me ofreció ayudarme con una venganza... ¡¿VENGANZA DIJISTE? Noooo, pibe! Yo no estoy en un film de Jackie Chan, dejemos que se pudra solito en donde pueda; y ojo, porque casi siempre tienen el tupé de llamarte en su lecho de muerte, de pedirte perdón o de “tratar de arreglar las cosas”. No me hinches las pelotas, morite con cargo de conciencia, si igual te ibas a ir al puto infierno.
Pensandolo bien, en la vida, hay solamente una cosa peor que un triste hombre: DOS TRISTES HOMBRES.