Resignarme no es tan malo, resignarme a no buscar a nadie, a no esperar a nadie no es grave. Resignarme... abrir los ojos en realidad. Abrir los ojos y darme cuenta de que soy yo y el mundo, de que nadie en este mundo tiene porque fijarse en un punto minúsculo, en mí, claro. A fin de cuentas, soy solamente un alguien: nací, vivo y voy a morir; no soy ningun ser extrafalario, no soy ningun alma necesaria, no me necesita nadie, ni siquiera cuido una huerta, nada ni nadie depende de mi, si el día que no esté, nada va a cambiar.
Entonces, ¿por qué perder el tiempo? ¿Por qué ocupar banca en una escuela casi totalitaria? ¿Por qué hacer gastar plata a todos? No soy ninguna inversión, no estan criando a una científica que va a descubrir la cura para el cáncer, no soy Wonder Woman ni mucho menos, soy solamente una pendeja de dieciseis años que sueña cambiar el prototipo de la moda en Europa, que a todo esto, ese sueño ya está quemado, seguramente, para cuando yo reciba un diploma de Diseño de indumentaria, las modelos europeas van a ser divinas, van a estar hechas de carne y van a tener color de piel, no como estas calaberitas moribundas.
¿Que misión puedo cumplir si no soy capaz de cuidar un potus?
¿Cuántas veces más tengo que fallar para abrir los ojos?
¿Qué hago acá, sola y perdida?
Es como estar en una ciudad gigante llena de aire de otros, llena de sueños de otros y verla tan gris, y sentirse tan vacia, ¿qué queda? llorar por los rincones el resto de mis infelices años sabiendo de que nadie va a llorarle a mi tumba, sabiendo que voy a irme sin haber hecho nada significante, oh Dios, que injusticia, los feos somos condenados por siempre a escribir en blogs que nadie firma, nadie ve, nadie sabe que existen, a querer y conocer a través de una pantalla y a comernos chesse cakes solos tirados al frente del tele llorando con comedias románticas. Como dice una amiga de mi hermana: Tal vez este mundo es el infierno de otro planeta. Qué habré hecho en mi vida pasada... Mi mamá tiene raazón, nadie me va a querer nunca asi.